Tú eres mi disparate metafísico, la afección trazada de encuentros y azares que absorbo y se me tragan exterminándome el aire.
Contigo no sirve la ciencia, desbordas certezas y, en un suspiro, entre mis ideas te inventas rompiéndolas a ellas, desplazando los sentidos, erizando mis latidos ¿Qué simples e ingenuas reglas impondrás para tratar de comprender algo que trasciende toda naturaleza?
No hay método, desafías el análisis que no tiene en cuenta los aconteceres de nuestra divina existencia.
Las oscilaciones de la certidumbre me conceden una tregua y, en ese espacio que queda entre el ser y la nada, contemplo la posibilidad de tu ser en mi espalda, de la evidencia tras tu mirada, de los sudores alcanzados en el fervor de nuestros cuerpos y de los horizontes adelantados en el deslizarse del espacio y del tiempo.
Solo así, en delirio, puedo tenerte. Sin orden, sin leyes. Sin el método que traza esa línea y excluye lo disidente.
Tú y yo no somos una determinación perceptible por el microscopio de lo posible.
Desbordamos la compatibilidad humana, fundimos el ser y la nada, aniquilamos el sentido.
Tú y yo somos delirio.
No esperaré la estrategia que deje en sombras el paraíso que destellas.
Eres la esfinge sigilosa que relativiza mi tiempo y en eso consiste mi condena, en sentirlo todo en mí y dejarlo todo a medias.
Transgrediré el delirio para alcanzar la posibilidad del discurso y cuidaré los estribos, la silla, mis riendas.
Figuraré ese lento deshacerme de mí misma donde todo se me disipe para no atender a explicaciones terrenales que demuestren que entre mi delirio, que eres tú, y tu ser en el mundo, no existe esa fina transparencia.
Pero si te atrevieras a sucumbir, ay, si te atrevieras…Incertidumbre frente a evidencia; poesía frente a ciencia; convirtamos este delirio en una pequeña desobediencia. No nos asegura el suelo, pero nos garantiza un buen vuelo.